martes, 1 de diciembre de 2015

CADA MAÑANA







Cada mañana de lunes a viernes, voy al trabajo en bici y me cruzo con las mismas personas. O casi.

Una mujer que pasea dos perros, y atiende más tarde en el asadero de pollos. Fruteros y pescaderos que descargan suministros. Adolescentes de tupé y mochila, cigarro en ristre, camino a clase. El que vende pañuelos en el semáforo y regala conversación o un "buenos días" que le devuelvo sobre ruedas si está verde. Un hombre de gorra y sonrisa, que figuro conserje porque está asomado en un portal no de belén y me dice "holaaaa" con una "a" larga, como la de los ingleses. Mujeres y hombres anónimos, distintos según los minutos de retraso, caminando muy serios, hacia la rutina laboral o acompañando a niños que van al colegio. Grupos de runners de colores fosforito y edad mediana. Turistas de maleta y de mochila. El repartidor de periódicos gratis con un remolino de clientes como palomas rodeándolo. Peatones, carteros, empleados de banca, policías, bicicletas y coches.
Mi día se despereza con energía de ciudad pequeña.
Quizá mañana falte alguno de estos actores matutinos. Quizá nadie lo note.
Quizá sea yo.
La muerte y la ausencia
a veces no son recursos literarios.

En memoria de Luis Alberto y los kilómetros compartidos. DEP.